Autor: Bonifacio Byrne (1861–1936)
Madre; infeliz tu carta he recibido,
y he llorado sobre ella tanto, tanto,
que sus renglones han desaparecido
bajo las turbias gotas de mi llanto.
Hijo, me dices con tu amante anhelo
en esos signos que mi pecho adora.
¡Dios te bendiga desde el alto cielo,
como yo lo hago desde aquí a toda hora!
Hijo, sé bueno, y como bueno, honrado;
no te arrastres jamás sobre la escoria.
Y cuando bajes al sepulcro helado,
¡Dios, como premio te dará la gloria!
Conserva siempre erguida la cabeza,
y si te ofende alguna vez un necio,
desprecia sus injurias con firmeza:
¡el castigo más grande es el desprecio!
Ama la ciencia, y brillará tu mente;
gana por fin la meta de ese modo.
Mira, hijo mío: en la edad presente,
tan solo es grande el que lo sabe todo.
Sé aladín de toda causa buena,
coloca la razón sobre el deseo;
y cada vez que ruedes en la arena,
¡álzate con más fuerzas, como Anteo!
Anda contento hasta en la alegre vega:
vive el reptil y crecen los abrojos.
La fe no sirve para guía: es ciega;
la duda sirve más: ¡tiene cien ojos!
No envidies con rencor lo que te admira,
porque la envidia ruin —tenlo presente—
es una gloria para el que la inspira,
y es un infierno para el que la siente.
El premio de la lucha es la victoria:
combate, pues, con pecho decidido.
Vacilas… ¡Vuela a conquistar la gloria!
Quien no espera vencer, está vencido.
Si odias, no sea el odio envenenado.
Si amas, tu amor hasta la muerte.
Y, ya sea feliz o desgraciado,
aprende a conformarte con tu suerte.
Ama a la patria con amor profundo,
ámala con inmensa idolatría:
más que a mí mismo, más que a todo el mundo.
¡Mira que es madre tuya y madre mía!
Respeta siempre todos mis consejos
si buscas paz, si quieres tener calma.
Y hoy que me tienes de tu vida lejos,
¡no me olvides jamás, hijo del alma!
Esto me dices en tu carta bella,
y yo te juro, madre bendecida,
que las lecciones que me das en ella
serán desde hoy la norma de mi vida.
Seré austero, sagaz, justo y honrado,
como tú lo ambicionas y lo esperas.
Por tu amor seré yo bueno o malvado,
por tu amor seré yo lo que tú quieras.
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